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martes, 28 de junio de 2016

EL ASESINO DE SAN MIGUEL



POR: DANIEL GARCIA JAUREGUI



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El reloj marcaba diez para las seis, era una mañana fría de invierno, de esas mañanas en las que nadie quiere levantarse ni despojarse de su más grande refugio contra el frió infernal. En los últimos días de noviembre hace un frió de los mil demonios, esto genera que se pueda observar tu propia respiración, la escarcha en los parabrisas de los automóviles y la gente bebiendo café. Es cuando todo mundo usa gorros y guantes para protegerse del frió, y en las mujeres no puede faltar ese par de botas que parecen hechas de osos de peluche y una bufanda que hace juego con ellas. 


El cielo aun no clareaba, comenzaba a tomar un color apocalíptico, con un tono rojizo que anunciaba los primeros rayos del Sol que pintaba las nubes de tal color. Cualquier persona que se detuviese a observar por un instante la imagen que estaba en lo alto pensaría que el fin del mundo estaba próximo, sin embargo, todo estaba sereno, no se escuchaba ni el menor ruido, por un momento parecía que el silencio total se apoderaba del ambiente, un silencio que estaba entre la línea de la tranquilidad y la locura; uno de esos silencios en los que eres capaz de escuchar tu respiración y los latidos del corazón, además de tus pensamientos que se tornan retorcidos y bizarros. 


John se encuentra adormilado con la mirada sobre el techo pensando en lo que había sucedido la noche anterior sin lograr recordar cómo fue que llegó a casa. Lo que pudo recordar es que a eso de las diez de la noche se encontraba en el bar del pueblo con unos amigos, celebrando que el Club Guadalajara había logrado coronarse campeón del futbol mexicano, club al cual apoya desde niño y con gran devoción. “Otra vez campeones – se dijo a sí mismo - ya nos alejamos de las mediocres Águilas”. También recordó que entre sus amigos estaba “El Cotepo”, un joven alto de cuerpo fornido, al cual le dedicaba varias horas en el gimnasio. “Varela”, de estatura media que se la pasaba la mayor parte del tiempo alegre y haciendo reír a sus amigos, incluso a John. “Tony”, su primo y de igual personalidad que Varela. “Aarón”, también primo de John, el más bajo de estatura, de personalidad seria, que además estaba enojado por el coronamiento del FC Guadalajara, al más puro estilo atlista. Además de sus amigos, se encontraba bebiendo y celebrando con un montón de personas desconocidas: “maldita euforia, que hace que actuemos sin pensar”.


Le llegan pensamientos vagos, de esos pensamientos de los que no sabes si fueron reales o producto de sueños vívidos. -“Estuve con mis amigos y esos otros sujetos de los cuales no recuerdo haber visto antes” -, dijo para sí. Concentró toda su energía en tratar de recordar cómo es que llegó a casa, pero todo el esfuerzo fue en vano. 


 Suena la alarma, seis en punto. El bajo mundo de la oscuridad comienza a disiparse. La inseguridad, el miedo, el crimen, lo mundano retorna a su nido, como ratas y cucarachas que se esconden cuando el brillo de la luz ocupa el espacio. John intenta levantarse, pero por un segundo pierde el equilibrio y casi cae al suelo, sintió como si la habitación hubiera dado una vuelta completa sobre su propio eje, de pronto se da cuenta de que le duela la cabeza, era como si le estuvieran clavando alfileres en las sienes, sumándole el mareo, efecto todavía por el exceso de alcohol que había ingerido. Toma su celular y apaga la alarma, es ahí cuando se pregunta desde cuándo había adquirido la costumbre de poner alarma los domingos. Recordó que meses atrás tenía la costumbre de salir a correr todos los días, incluido los domingos para poder mantenerse en forma, pero de pronto había dejado de lado ese ritual, de un momento a otro, correr por las mañanas ya no formaba parte de su rutina. Al apagar la alarma, se da cuenta de que tiene notificaciones en su Facebook y en Watsapp y se dispone a abrirlas: maldita tecnología, ya no deja que ser humano pueda disfrutar de un buen café por las mañanas y al mismo tiempo planear el día. Las costumbres de levantarse y dirigirse a tomar un buen baño ya no se usan, ahora lo primero que hacemos es ver el maldito celular para comenzar a ver tonterías. Hoy los niños modorros que duran media hora para levantarse ya no existen, los niños de ahora están a las seis de la mañana metidos en una mini pantalla jugando quién sabe qué juegos. 


John abre sus notificaciones de Facebook y lo primero que ve es el titular del periódico local “El Diario Obrero”, en el cual decía: “ASESINATO BRUTAL A JOVENCITA”. Sus notificaciones de whatsapp se referían a lo mismo. John no logra reconocer a la joven asesinada, ni entiende por qué le llegaron a él las notificaciones. Al abrir su última notificación de whatsapp observa que es un número desconocido, y lo que se lee es lo siguiente: 


 “Estas en graves problemas, pues eres el principal sospechoso, y lo peor es que no vas a poder comprobar tu inocencia” 
ATTE: KIRA



De pronto, John se da cuenta de que tiene las manos manchadas de sangre. 


Y es así como da inicio esta historia llena de terror y suspenso. 

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